sábado, 27 de abril de 2013

Wolf




"Exhausto, el hombre buscó el resguardo de un abrigo de roca en la cara este de la montaña. Aterido de frío, espió la oscuridad de la noche advirtiendo la luz que desprendían las antorchas de sus perseguidores.

Consiguió a duras penas encender una hoguera, y recostándose, suspiró. Era cuestión de tiempo que los inquisidores y sus mastines le dieran caza. Ya alcanzaba a oír los ladridos de los perros y las voces de mando de sus amos, los escuchaba instándolos a encontrar a la presa.

Lo había perdido todo. Desterrado, repudiado por sus semejantes, que tachaban de impío cualquier conocimiento que no obedeciese a los designios de la tradición… Lo vilipendiaron, le arrebataron sus preciados tomos y le dieron tres horas de ventaja. En cualquier caso, el fin estaba próximo. Observó su mano huesuda, y se concentró en el odio y el desprecio que sentía por sus perseguidores.

En ese momento en el que toda esperanza había sido perdida, su rabia, su ira y su desconsuelo tomaron forma. En el fondo de la cueva, una sombra más negra que la propia oscuridad se removió y dio un paso, haciéndose visible a la luz del fuego. La criatura parecía un sabueso de gran tamaño, acaso alguna vez hubo un mastín semejante; medía cuatro pies hasta la cruz, los flancos poderosos recubiertos de un hirsuto pelaje gris. Sus ojos brillaban como ascuas, y sus fuertes garras abrían surcos en la tierra cuando pisaba. Era una criatura producto tal vez de un mundo ya extinguido, olvidado entre pensamientos de amargura y odio.

La criatura olisqueó al hombre, y acto seguido, salió del abrigo de roca.

Entonces los mastines dieron con el refugio, y se abalanzaron sobre la entrada. La criatura, lentamente salió a su encuentro, momento en cual la luz de la luna brilló sobre el risco desnudo.

Torciendo las poderosas mandíbulas en un arco imposible, la criatura gruñó a los perseguidores. Los perros de pronto perdieron cualquier atisbo de peligrosidad, y sollozando, dieron media vuelta en busca de sus amos. El silencio fue desgarrado de pronto por un estremecedor aullido, presagio de infortunios y muerte."

-Textos de la mano de Javier Gil.